En 2019 estuve en una conferencia en Google, en California, acerca de las cirugías asistidas por inteligencia artificial. Era más bien un evento relajado, organizado por la compañía VERB SURGICAL, un emprendimiento de Google y Johnson & Johnson. Al final del evento nos ofrecieron cocteles, piqueos (hasta nos ganamos un pequeño drone con mi hermano!) y los asistentes podíamos conversar con los representantes de la compañía.
Me pude a acercar a uno de los vicepresidentes, que había dictado la última charla donde había mencionado que tuvieron que grabar en video miles de intervenciones quirúrgicas de muchos cirujanos, para que sus robots aprendieran cómo hacer una cirugía de manera correcta. Le pregunté algo muy puntual: Si me tuviera que operar con un cirujano, cuál es la característica principal que debo evaluar en él para que mi cirugía sea exitosa? Es decir, en base a la data que ellos tenían (millones de minutos de cirugía grabados), qué característica habían observado como la más importante para el éxito de una cirugía?… Y me respondió, que habían hablado de eso en la compañía antes y que tenía la respuesta clara. Ni sus estudios ni títulos, lo más importante era la cantidad de veces que el cirujano había realizado el mismo procedimiento de manera exitosa antes. Es decir, su experiencia.
Esto me dejó pensando por algunos días en la manera cómo se desarrollan las destrezas en el ser humano. Pero también me llevó a pensar que, si tengo un sistema con muchísima información de intervenciones quirúrgicas existosas (y hablo de muchísima información), entonces, eventualmente y con los accesorios y herramientas robóticas adecuadas, debería poder realizar una operación exitosa sin necesidad del humano mismo. A fin de cuentas, un sistema puede llegar a almacenar información de muchas más cirujías que las realizadas por el mejor de los cirujanos.
Ya casi me había olvidado de esta anécdota hasta el día de hoy, que me topo con un estudio científico liderado por Google y DeepMind acerca de un modelo de lenguaje para atenciones médicas, llamado Med-PaLM 2, que ha alcanzado casi el 90% de precisión en diagnóstico médico. Dejo la referencia aquí: https://arxiv.org/pdf/2305.09617.pdf
Todo esto me hace pensar en que estamos en el inicio de que la inteligencia artificial pueda comenzar atender la primera línea de consultas médicas. En los últimos años, la IA ha avanzado a pasos agigantados y ha comenzado a tener un impacto significativo en otros sectores, la medicina es el próximo escalón.
Pero este no es el único logro de la inteligencia artificial en el campo médico, en 2019, se llevó a cabo un estudio en la Universidad de Stanford que demostró que un algoritmo de IA era capaz de detectar con mayor precisión que los médicos humanos el cáncer de piel. Los dermatólogos lograron una precisión del 86.1%, mientras que el algoritmo logró una precisión del 95%. Este estudio es solo uno de muchos que demuestran que los sistemas de IA tienen la capacidad de superar a los médicos humanos en términos de precisión y velocidad.
En la actualidad, la IA se utiliza cada vez más en la medicina para ayudar en tareas como el diagnóstico y la selección de tratamientos. Otro ejemplo más, en 2018, se desarrolló un sistema de IA que es capaz de detectar enfermedades oculares con una precisión del 94%. Además, la IA también se utiliza para analizar grandes cantidades de datos médicos y encontrar patrones que podrían ser útiles para el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades.
A medida que la IA continúa evolucionando, es posible que comience a jugar un papel aún mayor en la medicina. Algunos expertos también predicen que, en un futuro no muy lejano, la IA podría reemplazar a los médicos de cabecera para el tratamiento de enfermedades comunes. Esto podría tener importantes implicaciones para el sistema de atención médica, ya que los sistemas de IA pueden reducir los costos y permitir un acceso más rápido a la atención médica.
Sin embargo, también hay preocupaciones en cuanto al uso de la IA en la medicina. Una de las principales preocupaciones es la cuestión de la responsabilidad. Si un algoritmo de IA comete un error en el diagnóstico y causa daño a un paciente, ¿quién es responsable? ¿El fabricante del algoritmo? ¿El médico que lo utilizó? ¿O el paciente que aceptó el diagnóstico? Aunque la tecnología de la IA se está desarrollando rápidamente, aún no hay regulaciones claras en cuanto a responsabilidades legales.
En conclusión, la IA es una tecnología emocionante que tiene el potencial de transformar la medicina. A medida que la tecnología continúa avanzando, es probable que veamos una mayor integración de la IA en la atención médica. Sin embargo, también es importante considerar las implicaciones éticas y legales del uso de la IA en la medicina, y trabajar para establecer regulaciones claras para proteger a los pacientes y garantizar una atención médica de alta calidad.