En 2007, Rafael Correa se posesionó como Presidente de la República del Ecuador y de inmediato desempolvó un prácticamente olvidado término coloquial para referirse a la clase acomodada o ricachona del país. Este término es ahora de uso popular, pero… ¿de dónde vino?
En realidad, el término no es nuevo. Ya había sido utilizado en otros países para estigmatizar a la clase social “de la alta alcurnia”, casi siempre con fines políticos. De hecho, en Latinoamérica, en el siglo XIX, fue ampliamente utilizado en Chile para señalar al grupo conservador y realista (a favor de la monarquía española) que no quería cambios o independencia porque tenían una posición privilegiada y cómoda. Se especula que alrededor de 1820 se comenzó a acuñar el término. Su uso fue amplio y extenso en la vida política chilena.
Pero “pelucón” ha viajado por más de un país como un virus contagioso y sus orígenes son anteriores a los mencionados hasta aquí. De hecho, cuando al mismo Correa se le entrevistó y consultó acerca del término, lo comparó con su traducción literal al inglés: “BIG WIG”, que vendría a traducirse como “de gran peluca” o… pelucón. Así es, Bigwig era un término usado en Europa, en especial en Inglaterra, para referirse a la aristocracia, quienes usaban grandes pelucas como símbolo de estatus o posición social.
En aquellos tiempos, adquirir y lucir una peluca de estas era un lujo que no todos podían darse.
El pelucón europeo
¿Quién no ha visto retratos de pelucones ancestrales adornando palacios y palacetes? O incluso en películas, donde aparecen estos personajes envestidos de un florido pelambre y actitud respingada. Los museos de todo el mundo tienen un pintoresco legado de esta época, que se calcula que comenzó allá por los años 1600 y a partir de allí contagió a toda Europa e incluso América.
Dicen algunos historiadores que la moda la impuso Louis XIII en Francia, como una forma de ocultar su calvicie prematura y como siempre pasa con la moda, cuando alguna celebridad adopta un estilo que lo hace “distinguido”, los demás también quieren distinguirse y lo siguen. Por eso, las marcas de joyas y carteras visten gratis a las personalidades del momento con sus nuevos modelos.
Bueno, el asunto es que famosos personajes, incluso próceres o destacados científicos, utilizaron estas pelucas como parte de su vestimenta. Por ejemplo, para muchos jueces europeos, la peluca era casi parte de su uniforme.
Y como era un símbolo de estatus, la moda se extendió al pueblo también, pues a falta de peluca, resultaba más accesible dejarse el cabello largo y ondulado, prolijamente peinado, adornado con suntuosos y encajados trajes. Recordemos los retratos del mismísimo prócer norteamericano George Washington o el brillante científico Isaac Newton.
Hasta aquí, el lector habrá notado que el término “pelucón” tiene una larga cola que nos transporta a un pasado remoto y renacentista. También habrá notado que su travesía hasta el mundo actual ha estado envuelta en contrastes, claroscuros entre moda y estrategias políticas. Ha pasado de ser un símbolo de estatus social a ser utilizado con la finalidad de estigmatizar u ofender a un grupo social.
Volviendo a Ecuador
Pero la historia de este peculiar término aún no termina aquí. Su llegada al Ecuador de hoy no es en 2007, como cito al inicio del presente artículo. Ecuador ya había sido contagiado lexicográficamente antes, mucho antes, solo que lo habíamos olvidado.
A inicios del siglo XX el término ya se utilizaba en Ecuador con un significado un poco menos político y más con la intención de señalar una moda, por lo general ligada a la juventud. Muestra de esto son algunas apariciones del término en el Diario los Andes, en el año de 1918. Se encuentran referencias del término hasta los años 1950s donde comienza a desaparecer de la boca de los ecuatorianos. En el año de 1933 se lo menciona en el libro PROVINCIALISMOS ECUATORIANOS, del cual he extraido la siguiente imagen y significado.