Una supernova es básicamente una explosión estelar de grandes proporciones. Imagina si explotara nuestro sol. Claro, en el cielo, estos eventos ocurren muy lejos de nosotros, a distancias casi inimaginables, así que lo que nos llega es básicamente un diminuto — y casi siempre imperceptible — destello.
Para ser un poco más preciso, una supernova es una explosión estelar que ocurre cuando una estrella agota todo su combustible nuclear y colapsa bajo la fuerza de la gravedad. Durante la explosión, la estrella emite una gran cantidad de energía y materia al espacio, lo que la convierte en una de las fuentes más brillantes de luz en el universo.
Astrónomos de todo el mundo se encuentran constantemente a la caza de estos episodios y para ello utilizan equipo sofisticado y complejo. Muchos científicos se instalan por temporadas en telescopios en la cima de altas colinas para detectar uno de estos eventos, muchas veces sin suerte. Actualmente, se utilizan computadoras para rastrear estas megaexplosiones cósmicas.
Pero los equipos y la tecnología no están al alcance de todos y existe un caso realmente asombroso en el que una sola persona, armada solo con un telescopio artesanal, logró capturar una cantidad asombrosa de supernovas, lo cual todavía intriga sobre cómo logró tal récord.
Robert Evans fue un sacerdote australiano que dedicó su vida a la observación del universo. Desde joven se sintió atraído por las estrellas, probablemente entusiasmado por un antiguo mapa estelar que le compartió su padre. Su entusiasmo era tal, que su hermano, de profesión optometrista, le fabricó un rudimentario telescopio a partir de las lentes de un viejo microscopio. No era precisamente un buen telescopio, en lugar de tubos utilizaron un cartón enrollado, pero aun así, logró que su entusiasmo se incrementara.
Evans comenzó a cazar supernovas en 1955. Probablemente, como diría en alguna entrevista posterior, porque su observación era muy rara y eso lo atrajo. También es probable —esto es especulación mía— que sus estudios de historia en la Universidad de Sydney lo hayan hecho encontrarse con antiguos documentos de explosiones estelares observadas a simple vista, desde tiempos muy antiguos hasta la era medieval.
Se cree que varios sucesos históricos, en realidad fueron supernovas. Existen relatos de “supernovas” desde miles de años antes de la era cristiana. Otros mejor documentados ocurrieron en los años 185, 1006, 1054, 1572 y 1604. Debieron haber sido eventos colosales, para poder admirarlos a ojo desnudo. La observación del año 185 fue reportada por antiguos astrónomos chinos y se considera la primera observación confirmada de una supernova. De hecho, aún se pueden observar los restos estelares de aquel evento.
En todo caso, cuando Evans encontró su primera supernova, en 1985, solo habían unas decenas de casos reportados. Parece que precisamente eso lo motivó a mirar el cielo todas las noches con su modesto telescopio.
Pasaron muchos años antes de que descubriera su primera explosión, en 1981. La mayoría de las personas hubieran desistido luego de varios meses de búsqueda incansable. Pero Robert Evans era diferente, pasaron décadas en las que continuó con su rutina de salir a la parte trasera de su casa o iglesia, con su telescopio, a tratar de cazar una presa muy esquiva.
Poco a poco fue mejorando su equipo telescópico y trató varias veces, hasta lograrlo, adaptar una cámara fotográfica para poder registrar sus observaciones. Con el tiempo, se fue perfeccionando, aunque su equipo continuaba siendo modesto para poder capturar el tipo de objeto que buscaba. Aprendió el cielo casi de memoria, tanto así que luego de su primera observación de supernova encontró 9 más con este tipo de equipo precario. ¡Todo un récord!
Su fama creció y pronto ya era tema de conversación en los círculos astronómicos locales. Se le dio acceso al observatorio Siding Spring, gracias a lo cual descubrió 7 supernovas más. Para Evans, cazar supernovas había pasado de ser una quimera a una labor casi común. Se convirtió en un experto cazador. Terminó descubriendo un total de 49 supernovas, un auténtico logro, producto de la pasión, paciencia y perseverancia.
Por suerte en el caso de Evans, se hizo justicia en vida, su dedicación fue recompenzada con varios reconocimientos como la Medalla de la Orden de Australia, la Medalla Centenaria de la Sociedad Astronomica de Francia y la Membresía Honoraria de la Real Sociedad Astronómica de Canadá, entre otros. [4]
El presente artículo es un tributo a Robert Evans, incansable avistador, quien murió hace pocos meses. Partió para ver de cerca ese universo cósmico que contempló toda su vida desde lejos. (2022).
Referencias:
- 1) Entrevista a Robert Evans
- 2) Retazos de la exploción del año 185
- 3) Wikipedia: Robert Evans
- 4) Premios recibidos por Robert Evans