Sólo faltabas tú esa noche. A las montañas se las había comido ya esa nada color negro que se entrevera con las plumas de los mirlos y le roba el color a las cosas. Pero el cielo estaba despejado y aquella franja traslúcida se ceñía como un cinturón, dibujado en aquel inmenso domo cristalino. Era un espectáculo maravilloso el que te perdías en la lejanía ciudadana: la vía láctea.
Me sentí más sólo que de costumbre. Ni siquiera mis fantasmas vienen cuando te espero, porque saben que eres mi única aparición posible. Saben que te pienso y que sonrío… y me olvido de todo lo demás, hasta de mi.
A propósito, hace un rato cerré mis ojos y te vi encendiendo la luz de alguna luna vagabunda. ¿Vuelas conmigo? ¿Jugamos a enfriar soles lejanos? ¿Escribimos versos en las estelas de los astros?. o mejor soñamos que desenredo tu pelo a tientas mientras termina la noche y te duermes a mi lado.
Creo que estoy algo nostálgico, sabes?. A lo mejor es este horizonte y sus escarchas, o a lo mejor es que tengo el cuerpo cansado de recorrer el cielo sin caminos.
Quieres que te hamaquee en mis brazos y te duermes? ¿Quieres navegar a una galaxia desconocida, tomada de la mano… yo no te suelto nunca.
Un destello en mi cabeza te dibuja. ¿Será que estás viniendo? ¿Será que ya te liberaste de la crisálida que te tenía prisionera? ¿Será que viajas pasajera en la cola de un cometa?
Tengo un plan por si no llegas, un consuelo. Escribiré para ti más noches de lunas sonrientes, de enjambres brillantes. Las regaré por la bóveda celeste, en un patrón de corazón desordenado… y las pondré fugaces o del color de tu luna preferida. Las voy a decorar con cintas caprichosas y jugaré a encontrar tus ojos en el fondo de alguna nebulosa.
Miramos las estrellas? ¿Tu conmigo?… No importa nos separe la distancia, siempre el cielo que tu ves es como el mío. A pesar de que no escuche tus palabras, en el fondo de este espacio distanciado, lo importante de tu cielo está a mi lado.