La historia del Ecuador está repleta de golpes de estado, y no me refiero solo al período de inestabilidad relativamente reciente (1997-2007), sino desde los primeros años de la república. Podríamos considerarnos el país más ingobernable de la región. A veces se escucha en la calle: “cuando no nos gusta un presidente, lo botamos”, una sensación de heroísmo sin fundamento que nos hace daño.
Este artículo proporciona una visión histórica de los intentos de golpes de estado y cambios de gobierno en Ecuador, destacando la inestabilidad política del país a lo largo del tiempo. Recomiendo al lector, tomarlo como guía para continuar explorando nuestra historia y de esta manera tener una mejor comprensión de los desafíos y eventos que han afectado la gobernabilidad en Ecuador y que debemos solucionar.
Cronología de golpes de estado en el Ecuador
Comencemos por el primer presidente de Ecuador, Juan José Flores, quien terminó su mandato de manera irregular en dos ocasiones. La primera vez fue después de un levantamiento conocido como la Revolución de los Chihuahuas, y la segunda vez debido a una insurrección “nacionalista” que acusó a Flores de tirano.
En 1850, Manuel de Ascázubi asumió la presidencia debido a un vacío de poder, pero dejó el cargo después de una lucha de poderes entre Guayaquil y Quito, así como el riesgo de una potencial guerra civil. Diego Noboa y Arteta asumió el cargo, pero después de cuatro años también fue víctima de un golpe de estado y fue expulsado a Perú.
Ocho años más tarde, en 1859, el presidente Francisco Robles enfrentó problemas. La oposición quiteña lo obligó a huir a Riobamba, donde instaló la capital temporalmente, y luego a Guayaquil. Sin embargo, García Moreno y sus seguidores conspiraron y desconocieron al gobierno de Robles, quien finalmente renunció después de una lucha constante.
Moreno y su grupo gobernaron durante un año (hasta 1860) como Junta de Gobierno, pero Guillermo Franco se autoproclamó Jefe Supremo y firmó el nefasto Tratado de Mapasingue. Moreno luchó contra Franco y sus tropas en Guayaquil, logrando derrotarlo y proclamándose a sí mismo Jefe Supremo de Ecuador.
Después de la primera presidencia de García Moreno, Jerónimo Carrión asumió el cargo, pero fue acusado de relegar el gobierno a su Ministro. El Legislativo arremetió contra su régimen en varias ocasiones, y Carrión denunció una conspiración. Finalmente, renunció en 1867 bajo intensa presión.
En 1869, el presidente Javier Espinosa enfrentó una gran crisis después del terremoto de Ibarra. García Moreno se preparaba como candidato para las próximas elecciones, pero al ver que no tenía seguridad de ganar, organizó un golpe de estado que tuvo éxito y así inició su segundo mandato.
En 1875, García Moreno se postuló nuevamente y ganó las elecciones, lo que habría sido su tercer mandato, pero fue asesinado cuando ingresaba a Carondelet. Francisco León Franco asumió el poder temporalmente, pero después de unos meses fue reemplazado por José Eguiguren debido a una supuesta incapacidad mental.
En 1876, Antonio Borrero asumió la presidencia y era bien visto por la prensa. Sin embargo, Ignacio de Veintemilla, un militar, comenzó a conspirar y, mediante una “jugada maestra”, se autoproclamó Jefe Supremo, llevando a cabo un golpe de estado.
Veintemilla gobernó su dictadura con muchos contratiempos, enfrentamientos militares y levantamientos. En 1878, logró ganar las elecciones y pasó de dictador a presidente constitucional hasta 1882, pero decidió mantenerse en el poder como dictador nuevamente.
En 1883, el llamado Ejército de Restauradores luchó contra Veintemilla por las armas. Después de derrocarlo, decidieron establecer una junta de gobierno con cinco líderes al mando, conocida como pentavírato (Sarastí, Cordero, Guerrero, Pérez-Pareja, Ignacio Lizarzaburu).
Estamos en 1895 y Luis Cordero Crespo es presidente. El mundo observa el horror de la guerra entre China y Japón y se descubre un escándalo. Chile, siendo neutral, vende un barco suyo a Japón a través de Ecuador, lo que se conoce como “la venta de la bandera”. Los enemigos de Cordero lo acusan de traidor.
Cordero resiste, pero los reclamos llegan a las armas y Quito se convierte en escenario de una lucha sangrienta. Eloy Alfaro, aprovechando esta oportunidad, se encuentra detrás de esta lucha. Cordero, con un fusil en mano, lucha para defender el palacio, pero una semana después renuncia. Ya no puede más.
Al renunciar, Cordero es reemplazado por Vicente Lucio Salazar. Sin embargo, Alfaro no solo buscaba la renuncia de Cordero, sino el poder en sí. Por lo tanto, días después, el 5 de junio de 1895, estalla la revolución liberal. En septiembre, Alfaro, después de mucha violencia, llega a Quito para iniciar su gobierno de facto.
Alfaro había dejado el poder, pero fue traicionado. Ahora gobernaba Lizardo García, quien había ganado las elecciones en 1905. Alfaro quería regresar y logró financiar un ejército para derrocar a García. Después de ganar la batalla de Chasqui, volvió a tomar el poder por la fuerza.
Alfaro se convierte en presidente constitucional después de las elecciones, pero para 1911 se vuelve impopular y el pueblo comienza a protestar en las calles. La revuelta se intensifica tanto que Alfaro se ve obligado a abandonar el poder a solo días de finalizar su mandato.
Emilio Estrada Carmona gana las elecciones y gobierna bajo la supervisión de Alfaro, quien se encontraba exiliado en Panamá. Alfaro predice que Estrada sufrirá un infarto y proclama a viva voz que su corazón no resistirá la agitación de Quito. Aunque Estrada lo niega, fallece por un ataque al corazón en diciembre de 1911.
Después de la muerte de Estrada, Carlos Freile Zaldumbide asume el cargo, pero no se mantiene en el poder por mucho tiempo. A los dos meses, otro golpe de estado, orquestado por Leonidas Plaza, coloca en el poder a Francisco Andrade Marín, quien asume la presidencia el 6 de marzo de 1912.
Sin embargo, Andrade Marín tampoco logra afianzarse en el cargo. Pocos meses después, él mismo cede la presidencia interina a Alfredo Baquerizo Moreno, quien asume el gobierno durante 20 días hasta que el presidente electo, Leónidas Plaza y Gutiérrez, asume el cargo.
Estamos en 1925 y Gonzalo Córdova es el presidente. No lleva ni un año en el gobierno y hay un gran descontento popular. Sus problemas de salud, el déficit fiscal y los problemas limítrofes contribuyen a avivar un golpe de estado el 9 de julio de 1925, conocido como la Revolución Juliana.
En la Revolución Juliana, una Junta de Gobierno integrada por varios personajes asume el poder y se turnan en el gobierno. Esta peculiar forma de gobierno desagrada a la gente, que aparentemente estaba contenta al principio. En abril de 1926, el Ejército da un golpe de estado y Isidro Ayora asume la presidencia.
Ayora intenta restablecer el orden, pero la economía mundial y local están en crisis. Las exportaciones de cacao disminuyen y los levantamientos indígenas y los intentos de golpe de estado complican aún más la situación. Finalmente, Ayora renuncia en 1931.
Después de Ayora, Luis Larrea Alba se hace cargo del poder y trata de disolver el parlamento sin éxito. Sus aspiraciones totalitarias generan descontento popular y no puede mantenerse en el cargo por más de un mes. Dimite en favor de Alfredo Baquerizo Moreno.
Alfredo Baquerizo Moreno prepara elecciones y gana Neptalí Bonifaz, pero no puede asumir el poder porque el Congreso inventa razones para descalificarlo, aduciendo una supuesta nacionalidad peruana. Esto desencadena la Guerra de los 4 días. Baquerizo huye para salvar su vida y se refugia en una embajada.
Continuamos en 1932. Ante el vacío de poder, queda encargado Carlos Freile, leal a Bonifaz. En medio del caos y enfrentamientos, Bonifaz intenta regresar, pero es demasiado tarde y se enfrenta a una rebelión. Freile decide renunciar después de 5 días y se encarga del poder a Alberto Guerrero Martínez.
Aún en 1932, la palabra que define este año podría ser “desgobierno”. Guerrero Martínez se dedica a convocar elecciones de inmediato para restaurar la paz en el país. Juan de Dios Martínez gana las elecciones y asume la presidencia constitucional el 5 de diciembre.
Como podrán imaginar, ganar las elecciones no garantizaba estabilidad. Juan de Dios Martínez se enfrenta al descontento popular y a una campaña de descalificación liderada por Velasco Ibarra desde el Congreso. Logran destituirlo y su mandato dura menos de un año.
Abelardo Montalvo asume el poder y trata de solucionar las tensiones con el Perú y convocar a elecciones presidenciales. Logra su objetivo y Velasco Ibarra gana su primera presidencia de cinco. Ibarra asume el 1 de septiembre de 1934.
Ibarra tenía respaldo popular y aparentemente estaba haciendo las cosas bien, pero desde el Congreso conspiraban en su contra. Ibarra disolvió el Congreso, lo cual no fue aceptado por los militares, quienes lo tomaron prisionero y lo obligaron a firmar su renuncia. Su mandato también duró menos de un año.
El poder es encargado a Antonio Pons en agosto de 1935. Convoca a elecciones y se perfilaba que la derecha sería la ganadora. La iglesia hacía campaña política a su favor. Sin embargo, Pons reflexiona sobre el peligro del triunfo derechista en medio de la amenaza fascista mundial y renuncia.
Los militares colocan a Federico Páez, quien asume de facto. La dictadura reprime a la prensa y toma una postura violenta contra los opositores. No obstante, se gana la fe del pueblo repatriando el cuerpo del Hermano Miguel. Ahora popular, convoca a una Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente nombra a Páez presidente constitucional interino, pero en la práctica sigue siendo un dictador. Sus acciones y manejos irritan a algunos, incluyendo a su propio ministro de Defensa, Alberto Enríquez Gallo, quien lo derroca en octubre de 1937.
Alberto Enríquez Gallo, como se supondrá, tampoco dura más de un año. Sin embargo, logra impulsar la promulgación de algunas leyes y trata de mejorar la situación de la banca nacional. Finalmente, deja su cargo en agosto de 1938, dejando la sensación de una gestión positiva.
Mariano Suárez, como presidente interino, intentó estabilizar la situación política y convocó a elecciones presidenciales. Sin embargo, su gobierno fue breve, ya que en septiembre de 1947 fue derrocado en un golpe militar liderado por Carlos Mancheno Cajas.
Carlos Mancheno Cajas asumió el poder de facto y gobernó con el respaldo del ejército. Durante su gobierno se implementaron reformas políticas y se promulgó una nueva Constitución. Sin embargo, su gobierno también enfrentó resistencia y protestas populares. Finalmente, en enero de 1948, Mancheno renunció y se restableció el orden constitucional.
Rafael Andrade asumió la presidencia luego de la renuncia de Mancheno. Durante su gobierno, se implementaron políticas de desarrollo económico y se promovió la industrialización del país. Sin embargo, su gobierno también enfrentó críticas por supuestas irregularidades y corrupción. Andrade gobernó hasta 1952 y entregó el poder a Galo Plaza Lasso.
Galo Plaza Lasso, elegido democráticamente, asumió la presidencia en 1952. Durante su gobierno, se implementaron reformas sociales y se promovió la educación y la salud pública. Plaza Lasso también buscó fortalecer las relaciones internacionales del Ecuador. Sin embargo, su gobierno también enfrentó desafíos, como conflictos laborales y tensiones políticas. Plaza Lasso concluyó su mandato en 1956 y fue sucedido por Camilo Ponce Enríquez.
Camilo Ponce Enríquez asumió la presidencia en 1956 y gobernó hasta 1960. Durante su mandato, se implementaron políticas económicas orientadas al desarrollo industrial y se fortaleció la infraestructura del país. Sin embargo, su gobierno fue criticado por su estilo autoritario y por la falta de apertura política. Ponce Enríquez entregó el poder a Carlos Julio Arosemena Monroy.
Carlos Julio Arosemena Monroy asumió la presidencia en 1961. Durante su gobierno se promovieron reformas agrarias y se implementaron programas sociales. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por conflictos políticos y enfrentamientos con el Congreso. Arosemena fue destituido por el Congreso en 1963 y sucedido por Carlos Alberto Freile Zaldumbide.
Carlos Alberto Freile Zaldumbide asumió la presidencia de manera interina en 1963 y luego fue elegido como presidente constitucional en 1964. Durante su mandato, se promovieron políticas de desarrollo económico y se implementaron programas de modernización. Freile Zaldumbide gobernó hasta 1966 y entregó el poder a Otto Arosemena Gómez.
Otto Arosemena Gómez asumió la presidencia en 1966 y gobernó hasta 1968. Durante su mandato se promovió la reforma agraria y se implementaron políticas de bienestar social. Sin embargo, su gobierno enfrentó tensiones políticas y sociales. Arosemena Gómez fue destituido por un golpe militar en 1968 y se instaló un gobierno militar.
Velasco Ibarra asume su 4ta presidencia en 1960. Tuvo que devaluar el Sucre y esto generó descontento. Cansado de la oposición, apresó a varios dirigentes, lo que empeoró la situación. Hubo protestas estudiantiles en Quito y Cuenca. Parte del ejército se sublevó y depuso a Ibarra luego de un año de gobierno.
Carlos Julio Arosemena Monroy sucedió a Ibarra, ya que era su vicepresidente. Realizaba una gestión aceptable, pero el Congreso intentaba desestabilizarlo. Sin embargo, tuvo un desliz que le costó la presidencia: en un acto oficial se embriagó y se comportó indebidamente. Salió exiliado a Panamá.
Con la salida de Arosemena, se constituye una junta de gobierno. Aunque era provisional, duró casi 3 años. Al final, el país estaba sumido en protestas que ocasionaron muertos y cientos de detenidos. Nuevamente, los militares intervienen y presionan a la junta para su renuncia en 1966.
Con la renuncia de la junta, se pone en el puesto a Clemente Yerovi, gobernante interino de facto. A pesar de ello, fue magnánimo y trató de buscar consensos. Instauró la Asamblea Constituyente y renunció a su cargo luego de solo 7 meses.
Velasco Ibarra asume su 5ta presidencia. Aunque asumió constitucionalmente, en la mitad de su mandato se declaró dictador. Enfrentaba presiones de varios actores políticos que atentaban contra su gobierno con calumnias. En febrero de 1972, los militares dan un golpe de estado.
Ya estamos en la década de los años 1970 y, como podrán ver, hay algunos denominadores comunes: el involucramiento constante de las fuerzas armadas, las manifestaciones sociales, estudiantiles e indígenas, y la ambición de los actores políticos, entre otros.
En febrero de 1972, el general Guillermo Rodríguez Lara se convierte en dictador. A pesar de un “estado de sitio” que duró cuatro años, las manifestaciones estudiantiles eran algo común. Durante este período, el país experimentó el boom petrolero. Rodríguez Lara fue presionado para entregar el poder a los propios militares y así lo hizo.
Después de su renuncia, una junta militar tomó el relevo. El Triunvirato, compuesto por Poveda, Durán y Leoro, gobernó. Como era habitual, se consideró que la solución a todos los problemas era redactar una nueva constitución. Se llevó a cabo este proceso y se convocaron elecciones. Jaime Roldós Aguilera ganó las elecciones y asumió la presidencia en 1979.
Durante su gobierno, Roldós gobernó con un buen discurso y diplomacia. Sin embargo, la oposición, liderada por León Febres-Cordero, lo acusó de estar involucrado en negocios ilícitos. Trágicamente, después de un año y medio en el cargo, Roldós falleció en un accidente aéreo mientras viajaba a una ceremonia en Loja. Fue sucedido por el vicepresidente Osvaldo Hurtado.
En 1997, después de un “largo” período de más de 17 años de relativa estabilidad, el presidente Abdalá Bucaram se enfrentó a manifestaciones de todos los sectores que denunciaban corrupción y repudiaban a su gobierno. El Congreso inventó una causal de destitución por incapacidad mental.
Rosalía Arteaga asumió el poder por sucesión vicepresidencial, pero el Congreso argumentó que no había posibilidad de sucesión, ya que esa figura había sido removida de la constitución. Fabián Alarcón, presidente del Congreso, fue nombrado presidente interino de la República.
En 1999, Jamil Mahuad asumió la presidencia. Durante su mandato, se produjo el “feriado bancario” y se congelaron los depósitos. Mahuad finalmente optó por la dolarización como única salida a la crisis. La población estalló en cólera y la crisis social se agudizó. Las Fuerzas Armadas intervinieron y derrocaron al presidente.
En 2003, Lucio Gutiérrez gobernó en medio de acusaciones de corrupción, nepotismo y acciones dictatoriales. Facilitó el retorno de Bucaram, lo que generó malestar en la población. La “rebelión de los forajidos” se apoderó de Quito. Las Fuerzas Armadas le retiraron su respaldo y Gutiérrez huyó en un helicóptero.
Palabras finales
Es difícil resumir varias décadas (casi dos siglos) en un solo artículo. Como ecuatoriano, no es fácil admitir que somos un país ingobernable o inestable, pero así parece ser. Siempre sucede que el grupo que no está en el poder conspira contra aquellos que intentan gobernar. Las razones detrás de esta dinámica son diversas y numerosas. Lo importante, después de conocer la verdadera historia de nuestro país, es volvernos a plantear la pregunta: ¿Cree usted que un golpe de estado es lo que necesita el país para solucionar sus problemas?
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