Se han preguntado de dónde viene el significado del término “atarantado”, cuando significa “aturdido, espantado, confundido”?… Pues sí, tiene que ver con las tarántulas, pero para entender un poco más les contaré una extraña historia ocurrida en el año de 1518 y que aun hasta nuestros días constituye un misterio sin resolver. Al final del presente artículo, el lector podrá entender el origen del término y también desentrañar el misterio del singular título de este escrito.
Era 14 de Julio de 1518 en la ciudad francesa de Estrasburgo. Troffea, una mujer de algo más de 30 años caminaba ensimismada por una estrecha y empedrada calle cercana a la plaza de la ciudad, cuando repentinamente comenzó a contorsionarse en movimientos violentos. Los que la vieron atestiguaron que la referida dama se encontraba en una especie de trance, ejecutando un frenético baile. Al principio pensaron que estaba poseída por espíritus, pues en esa época era una explicación común a muchos comportamientos inexplicables; pero pronto la diagnosticaron como un caso más del temido Tarantismo o Enfermedad del Baile. Supuesto trastorno causado por la picadura de una tarántula, cuyo síntoma principal es la necesidad irrefrenable de bailar, a veces, hasta la muerte del bailarín.
Troffea siguió bailando por horas, sólo para caer exhausta el tiempo necesario para recuperarse y continuar bailando. Se cuenta que bailó por cuatro días seguidos, al final de los cuales presentaba calambres y sus piernas terminaron sangrando. Lo más curioso de todo es que al cabo de unos días ya eran más de 30 personas en la plaza de Estrasburgo con los mismos síntomas, en una suerte de fenómeno de histeria colectiva y lo peor de todo era que el número continuaría creciendo aceleradamente en los siguientes días, como veremos más adelante.
Estrasburgo no era el primer caso. En Europa ya se habían presentado otros, se trataba de una temida epidemia. En el siglo X un brote similar afectó a varios poblados al borde del río Rin y en 1374 un brote de magnitud considerable afectó al poblado de Aachen, en Alemania. Otro baile multitudinario en Alemania es el aparente culpable de la caída de un puente sobre el río Mosa en el siglo XIII, que colapsó por el peso de cientos de bailarines.
Una región muy afectada por esta “enfermedad” fue Apulia, al sureste de Italia, donde parece que se volvió un asunto endémico, que recrudecía año con año. Los episodios en Italia fueron tan alarmantes que muchos eruditos de la época comenzaron a investigarlos. En 1612, un médico italiano llamado Epifanio Ferdinando estudió con atención el caso de un niño llamado Pietro Simone di Messapia, quién había sido picado por una tarántula durante la noche. El niño no se podía levantar ya de su cama y sudaba de manera excesivamente alarmante. Se sofocaba y tenía convulsiones. Ferdinando cuenta en su libro que lo único que lo reanimaba era la música y finalmente con un tratamiento bien recetado de melodías, el niño se pudo recuperar en menos de una semana.
La música se había convertido en el tratamiento indiscutible para el Tarantismo. Es decir, en lugar de impedir que los enfermos continuaran bailando, se los alentaba a ello.
Ahora volvamos a nuestro bailoteo en la plaza de Estrasburgo.
El número de atarantados o atarantulados creció hasta el increíble número de 400 personas, esto, unido a los curiosos y familiares de los enfermos abarrotaban la plaza. El caso de Estrasburgo se convirtió en uno de los casos de tarantismo más graves jamás registrados, pues muchos murieron de agotamiento, deshidratación e infartos. Los que tuvieron algo más de suerte terminaron con lesiones y fracturas. Se cuenta que las autoridades de la ciudad, alarmadas por lo que estaba ocurriendo, llamaron a los más reputados médicos de la época. Al final, la recomendación de los médicos por unanimidad fue la de contratar una banda de música y armar una tarima de baile donde los danzantes se hicieran el menor daño posible.
Aunque lo anterior suene salido de una película, sucedió en la vida real y se encuentra bien documentado en varias obras literarias. Para entender lo ocurrido tenemos que trasladarnos a aquella época, donde la medicina era incipiente y el funcionamiento del cuerpo humano era un tabú. Muchas de las curas eran relacionadas con lo mágico o lo esotérico. Los remedios eran los sugeridos a través de la cultura popular, basados en leyendas o conjeturas fantásticas.
La cura con música se volvió tan popular, que se creó un nuevo tipo de composiciones musicales, llamadas tarantelas y habían bandas de músicos que se dedicaban a tocar tarantelas de pueblo en pueblo con el ánimo de curar a los enfermos.
En una obra publicada en 1835 se cuenta:
Era común a inicios del siglo XVII, que bandas enteras de músicos viajen a través de Italia, durante los meses de verano, y … la cura del tarantismo fue emprendida en gran escala. Estas sesiones de música y baile eran llamadas \”el pequeño carnaval de la mujer\” debido a que las damas ahorraban dinero para recompenzar a los músicos que llegaban a los pueblos, dejando de lado sus tareas del hogar, para participar en estos festivales enfermizos. Cabe mencionar el caso de una benevolente dama llamada Mita Lupa, quien gastó toda su fortuna con este fin.
Las tarantelas se volvieron tan populares, que este género se convirtió en parte del folclore italiano y continúa siendo así hasta nuestros días. La tarantela va acelerando su ritmo \”in crescendo\”, haciendo que cada vez se tenga que bailar más rápido. Para aquellos aficionados a la música he preferido copiar aquí unas viejas partituras encontradas en una obra antigua llamada El Tarantismo Observado en España, de 1787, por el Cid Francisco Javier. Quién sabe y alguno de los lectores pueda revivir el sonido de esta danza de tarántulas.
Contaré sólo un caso más que resulta particularmente curioso.
Un célebre brote de tarantismo ocurrido en 1237 afectó de manera particular a los niños. Para \”variar\”, algunos músicos acudieron a su socorro, con la particularidad que los niños bailaban y corrían de tal manera que llegaron a recorrer los 20 kilómetros que separaban a los pueblos de Erfurt y Arnstadt (en el centro de Alemania). Este suceso ocurrió en la misma época que la leyenda del flautista de Hamelin. Muchos creen que ambas historias se encuentran relacionadas y que el célebre flautista se encontraba en realidad encabezando una multitud de niños en su viaje curativo.
Los brotes de tarantismo desaparecieron súbitamente en Europa, envueltos en el mismo misterio con el que llegaron. La \”enfermedad\” tomó diferentes nombres a través de los siglos, como Baile de San Vito o Baile de San Johns. Muchos especulan sobre las reales causas, que van desde intoxicación con hongos, fenómenos psicológicos sociales como la histeria colectiva, hasta su relación con alteraciones neurológicas como la enfermedad de Huntington. Lo cierto es que su presencia quedó impregnada hasta nuestros días en forma de arte, de historias, de música y de tradiciones.