Hace mucho tiempo la prosperidad y la fama eran los codiciados premios para aquellas voces extraordinarias que se pudieran colar entre los coros de las iglesias. Pero para algunos jóvenes cantantes el precio a pagar era alto.
La prometedora y angelical voz de la infancia de algunos cantantes varones, casi siempre desaparece a la mitad de la pubertad. En algún momento alguien descubrió que aquel cambio de voz se podía minimizar con una práctica que hoy en día sonaría impensable y aberrante: la extirpación de los testículos durante la niñez con la finalidad única de no “engrosar” la voz. Aunque algunas veces no se llegaba a retirarlos sino sólo a dañarlos lo suficiente, el procedimiento no dejaba de ser doloroso y traumático. Se dice que la práctica surgió en el imperio bizantino y permaneció semi-oculta hasta el renacimiento, donde tuvo su auge en Italia. Miles de niños fueron castrados con la esperanza de un futuro promisorio, lejos de la pobreza.
Desde hace aproximadamente un siglo no existe ningún castrato vivo. El último castrato conocido se llamó Alessandro Moreschi y murió en 1922. Actualmente ya no se realiza este procedimiento y seguro se consideraría un hecho abominable si un padre decidiera cortar los testículos de alguno de sus hijos sólo para apostarle a su fama futura. Pero hay algo detrás de todo esto que me llama la atención y es que, si muchos decidieron pasar por esa horrible experiencia (aun desde el punto de vista de un padre) debió haber sido porque los resultados valían la pena y la diferencia era extraordinaria.
Por suerte, el último castrato se grabó
Lo interesante es que Alessandro Moreschi vivió lo suficiente para que su vida coincidiera con la aparición de las primeras técnicas de grabación de voz. Recordemos que a finales del siglo XIX ya aparecieron los primeros aparatos de grabación acústica (o mecánica). Un ejemplo de esto es el fonógrafo de Thomas Edison, que fue creado en 1877. Esta particular coincidencia nos permite tener el privilegio de escuchar la ÚNICA grabación de la voz de un castrato cantando. Si bien Moreschi no fue uno de los “grandes”, su voz no deja de ser realmente admirable y nos da una idea el por qué existió esta técnica.
Para terminar, justo como el lector está imaginando, sí, existe una grabación de la voz de Moreschi cantando, extraordinaria y disponible en la Web. Con ella cierro este artículo. Al final del día basta con escuchar esta grabación para que la piel se ponga de gallina. Disfruten.