Ahora que hay mucha inestabilidad política por acá en latinoamérica, repica esta peculiar palabrita en los noticieros, para referirse a cuando alguien es destituido u obligado súbitamente a dejar su cargo. Así, muchos funcionarios de varios gobiernos son defenestrados todas las semanas.
Pero esta palabra tiene una historia muy particular y detrás de su significado se esconde la bizarra práctica de castigar, léase asesinar, a un funcionario tirándolo por la ventana. En efecto, la palabra proviene del latin “fenestra“, que significa justo eso: ventana.
Conflictos religiosos con la monarquía
Todo comenzó en Julio de 1419, en la ciudad de Praga, cuando Jan Zelivsky, el sacerdote de la iglesia de “Nuestra Señora de las Nubes”, decidió organizar una pacífica procesión para manifestar su rechazo a recientes decisiones del Consejo Municipal. La turba de manifestantes se instaló afuera del Consejo para exigir que se revierta la decisión, los ánimos se caldearon y en cierto momento alguien lanzó una piedra desde una de las ventanas del edificio del Consejo, con tan mala suerte que impactó al propio Zelivsky.
La multitud enloqueció e ingresó al edificio, acorralando al alcalde y otros 6 funcionarios del Consejo. Sin mucho que pensar, decidieron lanzarlos por la ventana. Unos murieron de la caída, otros a mano de los manifestantes quienes les propinaron la estocada final.
Como no se conocían de otras “defenestraciones” anteriores, a este episodio, como es lógico, se lo llamó “La primera defenestración”.
Pero los conflictos religiosos todavía tenían para largo en Praga. La iglesia católica se había fragmentado y una rama se convirtió en la iglesia Husita, de hecho nuestro anterior sacerdote Zelivsky era un Husita.
En 1483 los husitas estaban molestos por que se había elegido a un católico como rey de Bohemia, la región donde se encontraba Praga. A su vez, el nuevo rey católico Vladislao II montó un plan para reprimir a los husitas más radicales, echándolos de Praga o matándolos, paradógicamente con la colaboración de los husitas más conservadores.
Para no alargar el cuento, los husitas radicales se adelantaron a la ejecución del plan y volvieron a irrumpir en el Consejo, acorralaron a sus funcionarios y adivinen qué pasó?… exacto, los tiraron por la ventana. Murió el alcalde y varios consejales. Esta fue, así es, “La segunta defenestración”. Y no me estoy inventando el título, así es como realmente se denomina en los libros de historia.
La tercera defenestración
Este tercer incidente es probablemente el más importante de todos los anteriores desde el punto de vista histórico, pues fue el desencadentante de lo que se llamó “La Guerra de los Treinta Años”, que dejó muchas muertes e involucró a buena parte de Europa.
Sucedió en 1618 y la mecha se encendió también en Praga. Nuevamente el corte religioso de la monarquía chocó con los ánimos de cierta parte de la población, que terminó en lanzamientos por la ventana de tres altos cargos de gobierno. Fueron lanzados desde el famoso castillo de Hradcany, hoy un concurrido monumento turístico. Hermoso, por cierto.
Los lanzados tuvieron la suerte de no morir, pues cayeron en las fosas del castillo, llenas de estiercol; pero a pesar de que este hecho no resultó en víctimas mortales inmediatas, sirvió de pretexto para el inicio de una cruel guerra, cuyo complejo desenvolvimiento está más allá del alcance del presente artículo.
La defenestración de Praga en 1618 fue un momento clave en la Guerra de los Treinta Años, un conflicto que devastó gran parte de Europa. El incidente fue visto como un acto de rebelión contra el emperador y sus consejeros, y llevó a la formación de una alianza protestante que se opuso a la Iglesia Católica y a los poderes imperiales. Desde entonces, la defenestración de Praga se ha convertido en un símbolo de resistencia y lucha contra la opresión, y ha sido utilizada como metáfora en numerosos contextos políticos.
Hasta aquí la historia de los lanzamientos ventanales, que originaron la palabra DEFENESTRAR.
En la actualidad, la palabra “defenestrado” se utiliza comúnmente en el mundo de la política para describir a aquellos que han sido expulsados o despedidos de manera abrupta y pública. Un ejemplo reciente es el del exministro de salud de Brasil, Luiz Henrique Mandetta, quien fue “defenestrado” del gobierno de Bolsonaro en medio de la pandemia de COVID-19. La palabra también se usa en otros contextos, como en el mundo empresarial y en las redes sociales, para describir a aquellos que han perdido su estatus o popularidad de manera repentina y dramática.
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