A mediados del siglo XIX el químico alemán Justus von Liebig desarrolla un concentrado de carne muy nutritivo y luego de pocos años funda una compañía para su fabricación y comercialización.
Como la carne en Europa era cara, la compañía se las ideó para manufacturar el concentrado en una planta en Uruguay, donde la carne costaba algo menos de un tercio que en Europa.
Con tal combinación de propiedades nutritivas y buen precio, el producto se volvió muy popular y se comenzó a vender en muchas farmacias como suplemento alimenticio en forma de jarabe. Como se imaginarán, los médicos lo recomendaban como tónico para el crecimiento y los niños eran las principales víctimas de este no muy sabroso jarabe 🙂
La estrategia de mercadeo funcionó.
La cosa es que para tratar de que los niños no desarrollaran tanto pavor a dicho jarabe, Liebig desarrolló una interesante estrategia y se las ingenió para incluir junto con el jarabe unas interesantes tarjetitas coleccionables. Las tarjetas fueron pintadas por algunos famosos artistas de la época y generalmente se distribuían en grupos de 6 unidades. Cada grupo se refería a un tema en particular y se hicieron muchísimas tarjetas durante muchos años. Muchos niños pedían el jarabe, sólo para obtener la nueva tarjeta y aumentar su colección.
La verdad yo no sabía nada de esta historia hasta que hace algún tiempo me hice sin querer de algunas de estas tarjetitas y desde allí les agarré fascinación. A lo largo de algunos años pude conseguir algunos sets y de cuando en cuando las reviso, sólo para deleitarme. En lo personal me parecen hermosas: pequeñísimas obras de arte.
Poco a poco iré escaneando algunas series de las que poseo, pero por ahora lo haré con la serie de castillos. Espero les agrade y les pique el bichito de la curiosidad.